«[…] El que cae lleno de coraje en el combate, si succiderit, de genu pugnat (1); el que después de desafiar los peligros ve la muerte cercana aunque por ello no disminuya en nada su fortaleza; quien al exhalar el último suspiro mira todavía a su enemigo con altivez desdeñosa, ése cae derrotado, pero no por nosotros, sino por la adversidad; puede morir, pero no sentirse vencido. Los más valientes son a en ocasiones los más desgraciados.
Así que puede decirse que hay pérdidas triunfales, equivalentes a las victorias. […]» (Michel de Montaigne, Ensayos. Libro Primero, Capítulo XXX: «De los caníbales». De la edición en español de E.D.A.F., 19741. Traducción de Enrique Azcoaga)
(1) «Si cae en tierra combate de rodillas.» (SÉNECA, de Providentia, c. 2. vencido. Claudiano, Desexto consulato Honorii, v. 248.)
(En el inicio del maravillosos libro de Zweig: Castalión contra Calvino)