Ignacio Escañuela Romana
La verdadera censura absoluta es la que se ejerce hacia el propio pensamiento y la realiza uno mismo. Es cuando aceptamos que debemos poner límites a la duda y al valor de pensar por nosotros mismos, y, entonces, pasamos a adoptar como propia la negación. Creo que aniquilamos algo esencial cuando aceptamos no opinar, ni siquiera en el interior. Cuando olvidamos y cerramos con llave y, luego, olvidamos la misma llave.
Porque la primera verdad es la libertad de pensamiento. Después sigue el resto.
«Comprendió que si uno quiere guardar un secreto debe ocultárselo también a sí mismo», nos dice Orwell. Pero entonces, la verdad se hace secreto oculto, irrecuperable. Entonces, sí, la mentira.
Por todo eso, cuando uno decide no ocultar el secreto y hacerlo público, al menos para sí mismo: «En una época mentira universal, decir la verdad constituye un acto revolucionario» Orwell.