Ignacio Escañuela Romana
Entré en la noche ardiente, sentí las llamas formarme. Ahora estoy aquí, sentado, pensativo, observando las luces que me rodean, blancas y, a veces, azules, reflexionando sobre el pasado convertido en nada, el viento solar barriente. No, no echo nada de menos, prefiero este presente instantáneo en las llamaradas horripilantes. No anhelo el tiempo y las dudas, las sombras y los colores alternantes, la oscuridad de mi alma, los errores. He comprendido, sí, que pertenezco a este aquí y ahora como vientos fulgurantes intensos. He aceptado, entonces.