Ignacio Escañuela Romana
Me dijiste algo así, y esa voz me llegó hasta el centro de mis huesos, resonando, llamando a lo que me quedaba de consciente. Pero, claro, esas fuerzas, todas ellas, morales y amorales, ¿Dónde estaban?. Habría que comenzar, pero como una sombra del pasado de lo que yo habría sido si no… ¿Vuelta? Obvio, me dije. No es bueno, no, me repetiría. Mas, mientras, la agrija surgió y me rompió en dos, lentamente, mientras sentía la ruptura, el dolor, la pérdida en el espacio negro. Oscuridad y nada, todo apareció por la herida fina, incisiva, de mi mente.
Pero escuché, desde lejos y cerca, no es una tragedia. Repetidamente se me impuso la idea. No lo es, no. Ni siquiera me hiere de verás, observé. No es lo que esperaba. Así que eché a andar y esta vez, sí, empecé desde cero. Je ne regrette rien, grité al viento.