Ignacio Escañuela Romana
Cielo abierto. Sol del abril primaveral, luciendo con nubes. Llega y le abraza, con golpes secos, padre. Calle nítida, ventanas engalanadas: mañana la fiesta. Se va parando, los vecinos, los amigos. Escucha: el tiempo, su delgadez, la capital lejana, la cosecha, los hijos por España, veremos el ganado … En casa, besos de madre. “No comes, ¡qué desastre!”, “ven siéntate que lo remediamos”. Después café en la plaza, amigos de la quinta, niños correteando, bestias de recogida. ¡El pueblo!
Ha despertado renqueando: 86 años, claro. Café negro. Sale: muros derruidos, casas desiertas. Le duele, soñó con su juventud.