Ignacio Escañuela Romana.
Porque el tiempo nos aniquiló allí, mientras fumábamos ese Lucky. Ahora, sí, porque te va bien, y me alegro, pero el callejón ya no es lo que era, mas permanece lo que fue y no podrá volver.
No, nada por volver, daría, pero ese recuerdo tuyo me quema hasta la raíz y percibo, por fin, la realidad, de esta vida.
Lo que me duele no es ya ese paso al que me terminé por acostumbrar. No, lo que realmente me estraga y hace entrar a mi consciencia en galerna, y sucumbir, es que ese valor ya no existe. Paso por el callejón y ya no es ese lugar: ya no tengo que dar un rodeo para evitarlo. «Es otro el silencio», y otra la oscuridad. De algún modo, resplandece en el pasado, y ahora está perdido para siempre.
En estos tiempos en que el viejo Lucky es propio ya, y no compartido. Cuando sé que prosigo y soy, quizá, casi el mismo, y tú, sin duda, me olvidaste. ¿Quedar allí a media mañana, entonces?. No, en la sima en que me acostumbré a vivir no cabe volver: nunca más podré pisar ya el viejo callejón. La existencia es esa despedida y el posterior olvido. Sigo observando cómo el cigarrillo se consume, y aspiro.
«No, no quiero volver
A pisar el viejo callejón
Hace tanto tiempo
Y ya no siento nada»
Nacho Vegas