La consciencia (Hegel)

Ignacio Escañuela Romana

Kant había planteado la consciencia desde un doble punto de vista. Por un lado, como apercepción (unidad sintética) o sujeto cognoscente, para el que toda percepción va acompañada de la consciencia de tenerla, de que es mía (ese «pienso, existo» cartesiano o evidencia directa del yo para sí mismo). Por otro, como voluntad que acompaña a la razón práctica: querer seguir las normas universales del imperativo categórico). Ese querer es existente para sí mismo. Al menos, así entiendo en Kant la posición del sujeto, del yo.

Pero en Hegel cambia esto y se pasa a una perspectiva colectiva social, el yo se constituye en las múltiples formas cómo se relaciona con los otros y con el mundo. De nuevo, así lo entiendo yo en Hegel. En sus primeros escritos, afirmaría la existencia de una triple relación de objetivación o formación del sujeto. De interacción entre sujeto y objeto, o del sujeto hacia sí mismo como objeto. Lo explico con el detalle de estas relaciones (sigo de cerca aquí la interpretación que le da Habermas (Habermas, J. (1984). Ciencia y técnica como» ideología» (pp. 101-101). Madrid: Tecnos).

Llamemos relación 1 (simbólica) a la que tiene el sujeto o yo con el lenguaje. Relación 2 (trabajo) del sujeto con la naturaleza cuando, tomándola como instrumento, la transforma. Relación 3 (sociedad, que él llama «familia») del sujeto con otros sujetos.

Veamos, la relación 1 es del hombre con la creación de símbolos que él hace.  Recordar que un símbolo es un signo arbitrario (terminología de Casssirer, el filósofo de las formas simbólicas): que significa algo y podemos cambiarlo a voluntad. Por ejemplo, puedo designar al mismo objeto con «mesa» o «table». Así, creo palabras de cosas que ni siquiera existen: un «minotauro», un «unicornio»,… Puedo hablar del pasado y del futuro, no existentes ahora mismo. Hablo de «muones» y «electrones», de la «gravedad», del «bien» y el «mal», etc.

¿Y la relación 3?. Fichte: tenemos una relación con los otros en tanto los consideramos dentro de nuestra consciencia, de la subjetividad del saberse a sí mismo. Yo soy consciente porque lo soy de los otros en mi interior. Toda la dialéctica entre los yoes que son tú para el otro se da dentro de la subjetividad del saberse a sí mismo. Pero Hegel opone una dialéctica del yo y del otro en el marco de la intersubjetividad del espíritu: en la interacción entre los sujetos que se ven con los ojos del otro sujeto. Un entrelazamiento de perspectivas, indica Habermas. El término «espíritu» puede entenderse como sociedad o intersubjetividad, entiendo: como un «espacio» de mediación entre los sujetos donde éstos se constituyen, se desarrollan.

Hegel criticaría, pues, a Kant, considerando a la consciencia en ese filósofo como una abstracción, entendamos este concepto como un vacío en el interior de ese yo, en el que se sabe a sí mismo pero como una petición de principio.

El yo como encuentro del particular, yo, y del universal, todos los yoes.

La relación 2 (trabajo) es la transformación del mundo, de la naturaleza, en la que nos formamos a nosotros mismos. Esa actividad a la que Marx dará tanta importancia y dirá que las ideas hegelianas pasan ahora a ser la actividad de producción y reproducción material de la vida. entiendo que Hegel subordina esta actividad al hecho social, pues en la dialéctica del amo y el esclavo, la lucha por el reconocimiento entre las consciencias (el deseo humano, el deseo de que el otro desee) inicia la historia y, sólo entonces, el esclavo desarrollará la cultura al trabajar. Sobre la dialéctica del amo y el esclavo la siguiente entrada.

Publicado por

Ignacio Escañuela Romana

Un poco de todo, escritor, filósofo y economista. Porque, en el fondo, son la misma cosa.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s