Ignacio Escañuela Romana
A través de los años se preguntaría incesantemente por ese instante. Como si toda su existencia hubiese quedado condensada en él. Todo el resto sería, entonces, algo inútil y perdido. Se miraría, pues, a sí mismo y, como un golpe, no comprendería nada.
Absurdo, viajar por las tardes al viento que recorre los atardeceres de la llanura, como si volase. Encuadrado y bajo ataduras férreas, no habría, no obstante, perdido la capacidad de soñar.
Pero sí vagaría, sin lugar ni momento, como representación de esa vida.